EL APÓSTOL DE LA
MORAL , LA FE Y
EL AMOR
MONSEÑOR
LUIS MARÍA PADILLA
Como canción de cuna, abrumadora
sensación de despertar en la asoleada espesura del follaje, adornada por el
sol, que acalora como abrazo de gente
amiga, como el canto de las aves matutinas
que alegra el fragor de
todos los habitantes de aquel paraíso donde hace muchos años se dio el inicio de la urbe de lo que es hoy esta región de
Borburata, pueblo de tradiciones y costumbres donde las faenas diarias son
acompañadas por cantos y espíritu de lucha, tierra de gentes curtidas por el
sol y sudor, un solaz donde vio pasar su vida postrimera un hombre de
alma grande, de natural sencillez como lo fue Luis María Padilla, conocido como
el Padre Padilla. Hombre que entregó su
vida por el beneficio espiritual, moral y social de su pueblo, siguiendo los principios
filosóficos de la iglesia. Monseñor
Padilla, nació en el distrito Montalbán del estado Carabobo, era el tercer hijo
de Sebastián Padilla, y Brígida de Padilla, cursó estudios de primaría con los
maestros Francisco González y Ramón Eugenio Flores, para luego ingresar a la
edad de catorce años al seminario, en la ciudad de Caracas, culminando su
carrera Eclesiástica el 20 de agosto de
1928, siendo ordenado por Monseñor Salvador Montes De Oca. En la carrera del Sacerdocio estuvo en San
Carlos, Montalbán, Nirgua, la
Candelaria , Miranda Tocuyito y por último fue capellán de la Base Naval Agustín
Armario con los grados de Teniente de Navío y Capitán de Corbeta. El Padre Padilla fue un hombre conocedor de
la filosofía y las letras culto e incansable luchador por el amor y la fe en
Cristo, hombre que sustentaba el cambio social en la base de cultivar el
espíritu que era capaz de transformar al mundo.
Hombre de razonamiento amplio devoto de la justicia, luchador incansable
por la unidad moral del pueblo, abrazando
una vida de trabajo y sacrificio, en pro del prójimo.
En el año de 1960 fue nombrado por el
Papa Juan XXIII miembro de la familia Pontificia, recibió la orden del
Libertador en el grado de Caballero, como también la orden militar Rafael Urdaneta en segundo
grado y tercera clase, como muchas otras en reconocimiento, al ser y a Dios
visto en aquel hombre lleno de humanidad.
UNA EXPERIENCIA
PERSONAL.
En una oportunidad, cuando apenas cursaba
estudios de bachillerato, un grupo de compañeros de estudios, que pertenecíamos
al grupo de oración que funcionaba en el
colegio donde estudiábamos ( Colegio Parroquial Carabobo Fundado y
dirigido por Monseñor Lucio E. Crespo y
Sor Pilar Chozas), fuimos invitados por la señora Norma de Ramírez a hacer una
jornada de evangelización en Borburata, el objetivo era de preparar a los
jóvenes para la semana santa.
Llegamos muy temprano en horas de la
mañana, fuimos recibido en la casa parroquial guiados por la señora Norma
Padilla de Ramírez, y su hijo Tulio. Cerca
de la capilla de estilo colonial, acogedora con el olor característico al
incienso, que se mezclaba con la humedad y el canto de los pájaros hacia un
cuadro bastante pintoresco, no cabía dudas de la presencia de Dios en aquel
Lugar, de pronto un hombre bastante mayor de sotana negra que arrastraba sus
zapatillas buscado una mecedora para reclinar los años, llamó mi
atención, me acerque y con voz tímida pero decidido.
- ¡Buenos días Padre!-, Sus ojos buscaron
en la lejanía, con un brillo muy especial, -¡Buenos días ¡- contestó, pregunté
enseguida -¿Es Usted el párroco de este Pueblo?,- Con la pausa característica de una persona
donde la paz es la razón contestó -¡Si!-,
me quedé prendado de aquel abuelo cura y me senté a sus pies mirándolo a
los ojos, como buscando una respuesta dentro de mí, había algo en aquel hombre
que me abstraía de toda realidad, de repente exclamé -¡claro Ya sé quien es
Usted!-, -En la casa de Tulio, Usted es el que aparece en la foto-, -¡el
que sostiene en sus brazos a un soldado,
en medio de una revuelta!-, en ese momento me interrumpe y dice
-¡revuelta! ¡Si como no! Aquello fue un
infierno donde muchos inocentes perdieron la vida, eso fue en la Alcantarilla y lo
llamamos “El Porteñazo” Los rebeldes no permitían que ayudáramos a los heridos
y los soldados caídos permanecían por muchas horas tirados en la calle, algunos
se desangraban-, el Padre parecía recordar los tristes episodios, y continuó
diciendo, -hacían fuego cada vez que se intentaba rescatar a un herido o un
cadáver-, !Suspiro¡- Recuerdo a un niño no mayor de 10 años, sobre su pecho
permaneció un pajarito o lorito por muchas horas y solo se separó de su dueño
cuando recogieron el cadáver-.
Hace una pausa y exclama.
-¡Yo lo recogí
herido pero lo remataron en mis brazos!-.
Se
le quiebra la voz como buscando una
oración mirando hacia el techo de aquella casona vieja que le servía de hogar,
pero llena de historia y sentimientos guardados en aquel corazón cansado de ver
muchas injusticias. -Con mucha
dificultad se levantó de la mecedora y se metió, no sin antes darme la
bendición, me quedé prendado. Y maravillado de aquel hombre de Dios-.
La fe ensancha los límites del
pensamiento y la razón, encaminando al espíritu por el sendero de la justicia
hoy el hombre a través de la tecnología busca dar respuesta sobre el universo y
darle el poder al hombre, pero la fe lo
sitúa a la vista de Dios, por todo esto creo que aquel hombre envejecido por el tiempo, pero no cansado,
que se me permitió conocer, dejaba entrever en sus palabras que “ la moral es
una aspiración de todo ser que ame, y por lo tanto es el camino que el mundo
debe seguir. No se ufanaba por su hazaña
del Porteñazo, ni tampoco se mostraba
prepotente, más su rostro
reflejaba calma, y algo de tristeza brotaba a través de su mirada, un
sabio que contaba historias reales llenas de sabiduría de la vida.
“Cuando cada Hombre ame a su prójimo,
como así mismo, la perfección social
quedara consumada”
Monseñor
Padilla.
Por Luis J. Hernández
Una hermosa experiencia, y si pues de es propósito divino amarnos los unos a los Dios, ,, es segundo mandamiento, ,,gracias por compartir, vivir lo dejó su huella
ResponderEliminarExtraordinaria experiencia!!!! Llena de realidad y sentimientos,,, ,, y pues si que se cumpla para gloria de Dios el segundo mandamiento
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